visto en : http://elplaneta.blogspot.com/2004_06_13_archive.html
Los muelles de las estaciones del metro de París se distinguen de los de otras ciudades por esos grandes carteles publicitarios en tamaño 3 x 4 metros, rodeados por un bastidor convado que repite la forma abovedada del subterráneo, y que todos hemos visto en las pelìculas. Según una encuesta realizada en febrero de este año por la RATP y Métrobus, el 73% de los parisinos estima que el trayecto por la red ferroviaria es "más agradable y menos monótono" gracias a la publicidad. En efecto, la calidad visual y el formato de los anuncios crean áreas de color que resultan agradables al ojo humano en contraste con la gama de grises de los túneles y las paredes. Eso por un lado, por el otro cabe señalar que la RATP obtiene anualmente sobre la venta de estos espacios alrededor de 65 millones de euros que se invierten en la financiación del transporte. Pero, a pesar de las cuantiosas ganancias, los precios de los tiquetes siguen aumentando y la discusión sobre la propaganda en el servicio público está en pleno furor.
El proximo 28 de abril el Tribunal de Gran Instancia de Paris dará a conocer su veredicto sobre el proceso que se sigue contra 62 activistas de las "brigadas anti-pub", a los cuales la RATP reclama el pago de una indemnizacion de 922 mil euros por haber degradado la publicidad del metro entre octubre y diciembre de 2003. Durante esos tres meses cientos de personas, convocadas mediante mensajes difundidos en Internet, acudieron en cuatro jornadas a las estaciones para sabotear los mensajes comerciales. Sin embargo el movimiento "anti-pub" no existe como tal, se trata de personas con intereses distintos, que salvo ciertas ocasiones sólo actúan de manera individual y espontánea. Ecologistas, feministas, estudiantes, filósofos, grafiteros, anarquistas, punks, comunistas, simpatizantes de los movimientos anti-globalización, simples vándalos, toda suerte de personas protestan "contra la omnipresencia de la publicidad".
Estas acciones son de dos tipos: las que buscan modificar visualmente los anuncios rasgándolos y cubriéndolos de pintura, y las que pretenden funcionar como contra publicidad revirtiendo el significado del mensaje. A pesar de que muchas veces resultan plásticamente interesantes no vamos a ocuparnos de las primeras, en tanto que bien vale la pena detenernos en las segundas. Su procedimiento favorito es la parodia y operan mediante un acto de reescritura o de comentario. Su objetivo es provocar una toma de conciencia sobre el contenido de la publicidad y desenmascarar la dinámica de la sociedad de consumo
De esta manera el slogan de un almacén que propone "garantizamos precios bajos todo el año" es cambiado por "garantizamos salarios bajos todo el año". Una cadena de supermercados que muestra una fotografia del planeta tierra y que invita a "consumir mejor, es urgente", luego de ser intervenida resulta más coherente: "consumir menos, es urgente: la tierra no es un terreno de juego, sólo tenemos un planeta no lo consumamos más". En otro cartel de esta misma publicidad alguien añade: "hipocritas!Ustedes no son ecologistas" y modifica el slogan por "Consumir más, es urgente" revelando de esta manera que la verdadera intención de esta publicidad aparentemente ecologista es simplemente multiplicar las ventas. Más adelante la misma cadena exhibe un nuevo cartel en el cual aclara que su "nuevo programa es consumir mejor, con el fin de que el consumo sea una fuente de progreso para todo el mundo". Inmediatamente viene la réplica "poetas del capitalismo inhumano, ustedes creen que somos idiotas?".
Otro "espacio liberado", como se denomina entre los "anti-pub" a los carteles que han sufrido un proceso de reapropiación, presenta una novedosa teoría cartesiana más apropiada para la lógica del mercado: "yo consumo luego yo soy". Un almacén satura los muros con afiches de rebajas; la incitación al gasto desmedido es rápidamente neutralizada con la frase: "obedece, consume, explota". Nuestro estilo de vida es sintetizado en el anti-slogan: "trabaja, consume, muere". La propaganda de una reconocida marca de té termina volviéndose una invitación al "boicot" después de las denuncias de los activistas: "esta empresa pertenece al grupo Unilever, que explota en la India a 25 mil niños entre los 6 y los 14 años, que reciben tan sólo 40 centavos por el día de trabajo". El reclutamiento de menores de edad por parte de las grandes multinacionales establecidas en países del tercer mundo, es también denunciado mediante el anti-slogan: "concebido para los adultos, fabricado por los niños".
Otro anuncio dice: "Para elegir bien su televisor comience por elegir un carro"; y entonces alguien se apura en recordarnos que "el 70 por ciento de la población mundial no tiene ni siquiera teléfono". Las top models que proponen un arquetipo de belleza cada vez más alejado de la realidad son afeadas con bigotes, ojos morados, narices de payaso y dientes negros. Este tipo de fotografias sexistas es rechazado con la consigna: "las mujeres no son objetos, estamos hartos de la mercantilización del cuerpo". En otro caso alguien se burla del negocio de la publicidad transformando el mensaje original en un modo de difusión gratuito de páginas web. Los juegos de palabras abundan, y, por ejemplo, donde antes decía "espace publicitaire" alguien tachó las últimas seis letras de suerte que ahora se lee "espace public".
La publicidad de productos para niños, colmada de personajes fantásticos que incitan al juego, recibe la respuesta de una madre rebelde: "dejen soñar a nuestros hijos en paz, sin estarlos condicionando a comprar". Al igual que el anterior, muchos comentario insisten en la libertad de la imaginación: "no tenemos necesidad de Disney para soñar: todos somos creativos". Otros mensajes promueven la lectura como remedio contra superficialidad, y hay quien escribe: "rompan sus televisores, la pub cretiniza". Buena parte de los mensajes comerciales, que no persiguen hacer pensar sino persuadir, emplean de manera recurrente el tropo conocido como "pregunta retórica", donde la respuesta esta sobreentendida y por lo tanto no hace falta llevar a cabo ninguna operación intelectual. Los anti-pub comparan este fenómeno de condicionamiento mental con el efecto anéstesico del cloroformo y con el automatismo de los robots y de los zombis. Así, un aviso señala: "puede uno festejar la navidad sin Ferrero Rocher?". "Sí", escribe alguien sacudiéndose del letargo. Y más adelante agrega: "Papá Noel es un patrón".
Si bien los anti-pub pueden ser tachados de románticos y sus métodos de ilegales, es preciso reconocer que han llamado la atención sobre problemas reales que tienden a ser banalizados en el ámbito del mercado. Queda en manos de los tribunales decidir cómo habrá de cerrarse este juicio "por delitos de expresión" (según palabras de los acusados), la polémica sobre la publicidad queda sin embargo abierta.
Veredicto:
9 de los 62 activistas acusados fueron condenados el pasado 28 de abril a pagar entre 400 y 2000 euros, cada uno, a la RATP por daños y perjuicios. Algunos se han declarado sin recursos y otros han asegurado que eso no los disuadira de seguir protestando (según la Agencia AFP). La presencia de la policia ha logrado reducir bastante el sabotage de la publicidad, sin embargo de vez en cuando alguien escribe: "police partout, justice nulle part".
Imagenes antipub:
Joyeux Bordel Metrobus (Stopub 19/12/03) Antipub dans l'Est parisien 1
Antipub dans l'Est parisien 2
Place d' Italie
Saint Lazare
Metropub
Anti-pub
anti-pub à Rouen
Action de barbouillage dans le metro
Semaine Antipub
Action Antipub
Groupe autonome
Les amoureux du métropolitain
La Pub pollue
Pizza
Nike: Nique la pub!
slogans anti-publicitaires
Graffiti
Trop de démocratie
No pub
Carteles intervenidos
Photos et répercussions de l'opération anti-pub
20080401
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